sábado, 25 de septiembre de 2010

FANTASMÀTIC, Llibre de Poemes, 2005.

FANTASMÀTIC
2003 – 2005
Barcelona, Cerdanya, Costa Brava, Grècia


Presentiment d’estiu

Canto alegries retornades
que l’estiu fa ploure com tempesta
sorollosa càlida i juvenil.

El cel blau com sempre
i el riu com mai indiferent.

Pugen per la vall sons estranys
precs inconfusibles i rars,
veus mil·lenàries de gents
que no hi són presents.

Fora

Matí dels núvols de felicitats passades.
La llum escassa omple de somnis la meva vetlla.
Reparo els pardals que passen per l’ocre.
Tres que m’han punxat el cor. Incògnites.
Conjectures. Prejudicis potser no identificats.

L’home que parlava amb els animals

Coneixí un home que parlava amb els animals.
Hi enraonava. Amb la raó els comprenia.
Els escoltava. Ai, escoltar, què volia dir escoltar?
Els responia.
Aquelles respostes eren música,
la música del pensament,
el so de la consciència,
on hi juga la raó. Enraonava.

Mathias

El guerrer germà,
Potència tancada en la pau d’un somriure.
Matthias, quan véns?
Quan véns, príncep de les boreals aurores?

Extensió

Altitud daurada, cim elegant,
pujant per l’angle,
formant l’aresta multisecular.
Guspires llampeguen intermitents,
sensates, matisades en moments del mil·lenni.
Irreprotxable, alegria latent,
nom de llampec evanescent.
Obertura del negre horitzó tancat.
L’arbre creix, puja,
Llueix amb majestat no adquirida.
L’estel es fa veure, no s’imposa.
L’oceà brama alliberat.
Tu no saps pensar amb el teu cap.

Policies i polítics

Correu arreu segant la pau,
estridents, malcarats, bacants.
La front tapada, coberts d’insígnies,
El verb autoritari, la humanitat escassa.
Urbans? Cap polis us acolliria,
ningú no us hostatjaria:
només el temps us esborrarà
si algun cop aconseguim domar-lo.
Cerqueu la justícia còsmica!
Apreneu què vol dir humà!
Penseu, si sou capaços,
en l’esgarrifós laberint
que us alimenta i us conté.
Sou gossos, tirans caníbals,
dents corcats que recolliu brutícia.
Un excés de la raó,
l’escòria de les virtuts,
un gra de pus de l’home moribund.

R.A.A.

Ya has retornado al río de mis recuerdos,
tras la ausencia buscada, no prescindible.
Con tu retorno, se cierra mi pasado,
se reúnen las memorias memorables.
Es mi fortuna que en tu amistad resida,
es mi caudal poder contar el tiempo
de aquella convivencia estrecha.
Lo que aprendí retengo.
Lo que viví fue mi camino irrepetible,
como la estela que se abre
tras la popa de un navío.
Y los vientos del destino llevarán
a cada nave por su periplo heroico,
pero los corazones por siempre quedarán
amarrados en el puerto azul,
donde se conocieron.


L’estel

Blanc és el món. La lluna surt a veure’l.
Tot s’il·lumina com sempre amb la il·lusió.
Veurem un nou estel, l’estel de l’esperança.
Un estel nou que visita cada any, l’Estel.

Àmplies boires són sempre al seu voltant.
L’Estel no tem, no dubta, no flaqueja,
no perd en nord, perquè el nord és sempre allí.
En la distància que abreuja la intenció.

No hi ha muntanyes, ni rius brogents,
ni pendents infranquejables. Ni foscor.
El fred amic asserena a tots les ànimes.
Pel nostre Estel el viatge és un somni.

Les aus de nit surten a saludar-lo.
Ocells diürns somien contemplar-lo.
L’Estel esquia el firmament antic,
Dibuixa arreu imprevistos somriures.

Passa la nit, i el Nadal arriba, magnífic,
esquinçant temors i angoixes mesquines.
Daura la llum que amara el goig del dia.
Omple i vesteix amb aroma de vida.

Quina paraula, quin número, quin bram
defineix l’estat que embriaga i crema?
Nadal, sobirà de l’esperança eterna,
el Temps que torna, la flor sorgida en la paüra.

Ara l’Estel sembla aturat sobre nosaltres:
Vestits de llum, embriacs de tanta joia…
És Nadal, és el nostre Temps que torna,
És aquell desig que ens omplia de força.

                        Barcelona, Nadal 2003


Miguel

Labios de cacao, tierno y perfumado,
boca de ciruela de licor repleta,
esos ojos que hablan, donde el sol reverbera,
alegría evidente en tu rostro dorado.

Si esa tenue tristeza que tu frente oculta
es un cielo nublado, a mi eso me gusta.
Sé que tras las brumas oscuras se cela
una inmensidad de azulada belleza.

Tiene tu cuerpo una gracia que encanta
mis sentidos todos al acto y no puedo
distraerme de ella, por más que porfíe,
para ocuparme en nada que de ti me aleje.

Dame siempre besos, de esos besos de brasa,
que parecen sueños envueltos en aura.
Dame esa energía que tus miembros tensa,
Dime si no sientes que en mi tú resuenas.

Eres el café de mis madrugadas,
la lluvia que oportuna mis heridas lava,
la luz que mi luz reduce y apaga,
el soplo del cariño vertido en mi alma.

Creo en tu bondad, que tu belleza presagia.
Creo en mi locura, sin remedio apresada
entre tus suspiros, entre nuestras palabras,
entre tantas horas de mirar tus miradas.


Despertar

Otra vez me despiertas
de mis sueños oscuros,
de números, de letras,
de incómodos deseos,
para desvanecerme
otra vez entorno a ti,
para calmarme al sentir
llegar, llegarte.

Así es, es como el vaivén
de las grises olas
del lejano Atlántico,
que a cada suspiro
mueven medio mundo,
cuyo eterno ruido,
anclado en el alma,
arrastra al abismo.

No cesa en mí tu llanto,
tu fuerza nuclear en mi
energía viril, susurro
de alma inmortal, sutil
entretela de luces y llantos.

Pasan las nubes, como siempre,
impertérritas a mi llanto,
a mis imprecaciones, a mí.
Las nubes pasan, el tiempo
no encuentra su fin
y por las noches te pienso,
te tengo atrapado aquí,
justo aquí, donde mi yo
toca el cielo, donde ni yo
sé qué soy. El aquí
del aquél que dices que fui.

Jaleo

Necesito el jaleo, la juerga y la jerigonza
para desechar de mis meninges dolientes
recuerdos punzantes, colmillos de víbora,
sombras alargadas, espejismos de incauto.

Necesito saber por qué estoy así,
atado, olvidado quizá, triste, sí.

Si no pienso en ti, simplemente no pienso,
no sé cómo organizar todo esto,
el aquí, el aquello, lo demás sin ti.

Decir que me faltas sin duda no basta:
fuego quisiera que me consumiera, feliz,
y con el humo de mi yo quemado iría al fin
a encontrarte raudo, imparable, al confín
donde se junta la azul realidad
de mis yos sublimados con tu humanidad.


Nexo

No quiero imaginar
que tu corazón
está lejos de mí.
Me gusta pensar
que lo conseguimos,
que tú y yo establecimos
el nexo de unión,
el cable invisible,
intangible, el conducto
que de mí llega a ti.

Me gusta saber
que estoy allí,
que sigues aquí,
que todo ha cambiado
para seguir así,
como nos hicimos,
eternos en nuestras mentes,
atados por nuestras almas,
constantemente necesarios
recíprocamente:
la sombra que el sueño
no cesa de proponer;
la faz que hasta despiertos
vemos aparecer.

Necesito pensar que todo es así,
como lo establecimos,
como tú dijiste, como yo
quise aceptar,
como yo sabía
que me iba a pasar,
como tiene que ser,
porque así es, no hay más.


Por fuera

Mi amor, perdóname
porque esta primavera
no estaré contigo.
Perdóname porque
a diario,
las lágrimas emprenden
el cansado viaje
hacia abajo,
hacia el océano.

Veo la primavera
que no quería ver.
Vivo ese sentimiento
que me quería evitar.
¿Es que es imposible huir
de la quemazón salada?
Por fuera, la privamera;
en mi alma
el invierno que llega.

Perdóname, perdóname…
no te quise como debía.
Sé que te tuve
sé que fuimos
sé que moriremos así,
mi vida,
sé que me falta un día
para llegar a tu día.

Si puediera saltarme el tiempo,
no pararía, me iría, volaría
en pos de tus brazos,
mi ángel sin alas,
mi amor, mi energía,
mi luz, mi valor,
mis horas sin día.

Naim

Es tu rostro a la luz del poniente
contradicción sin duda sorprendente:
por la música que llena mi interior
deduzco que el sol del amor,
de nuevo,
se alza sobre el claroscuro
de mi mente.
Es importate
el nuevo soplo de esta brisa:
me distrae, me cautiva y me vence;
me deleita, me rocía, me enloquece.

Inesperadamente,
surgido de la red de un navegante,
que en su travesía solitario no buscaba,
como una aurora que esclarece el horizonte,
el resplandor de tu rostro va dictando
la armonía que perdí en algún puerto,
de un viaje relatado, como un canto.

Del corazón del prófugo marino
otra vez se disipan las traidoras brumas
al ritmo de tus palabras, de tu poesía,
reaparece en mi calma agobiante
esa isla
que parece esperar que la descubra,
que la conquiste, que la habite.


Tu aroma

En mis sábanas, tu aroma pervive
tenue en la noche,
profundo de madrugada,
recuerdo del dulce sabor
de tu piel tostada.

Aquellos minutos veloces,
frenéticos, relámpagos...
la almohada en que reposaste
los tiene impresos
y en medio de mis sueños,
sin desvelarme,
el amor se exhala.

Me abrazo a las sábanas
buscando absorber el perfume
de tu cuerpo escapado,
que ya el tacto y la vista
me han negado.

Soy feliz
porque en la penumbra
me ha raptado el fiel olfato.


Tesoro

Mi tesoro es un cofre misterioso
sugido de mi naufragio atávico
y del fondo profundo de tu azul;
el arcón de mi alma de pirata,
cuajado de joyas y abierto por fin
en otro viaje, quizá sobre otra tierra.

Destellan perlas en tu sonrisa,
los rubíes cristalizan en tus labios
dos diamantes cubren tus pupilas,
cual soles gemelos que deslumbran.

Y entremezcladas con los fulgores,
joyas antiguas, casi nunca atisbadas,
que he subido a bordo soñando robarlas,
ansiando admirarlas,
esperanzado ya con retenerlas.

Ningún lugar parece seguro,
ningún castillo bastante protegido
¿dónde custodiaré el tesoro de tus precios?
El corazón voy a blindar para acogerlos.

Quisiera jurar

Será mi lucha hacerte feliz,
sonreír cuando estés turbado,
abrazarte si te sobreviene el llanto,
cantar contigo alejando tristezas…
Ya no hay estrecho que nos divida
ni peñas que se interpongan
porque mi corazón conoce el tuyo,
mis ojos, los de dentro, sólo a ti ven
y solo ansío más tiempo contigo.

Quisiera jurar que nada ni nadie
podrá separarnos, pero no hay cadenas
ni nudos, ni ritos que puedan soldarnos.

Tu libertad, como la mía, es eterna.
Tu amor es tuyo; también el mío.

De mí salió buscarte entre los nombres,
entre los juegos, entre la penumbra
de la volátil charla virtual.

Si lo queremos, este algo efímero
habrá servido para encontrarnos.
¿Qué importa el modo, el tiempo,
ni siquiera el fingido aspecto?

Sólo tú cuentas, sólo cuenta lo nuestro,
mi querer, tu asentimiento
y viceversa, pues somos eternos.


Dijiste

Una tarde paseábamos,
el sol ya escondido,
la lluvia fangosa, sin frío,
por nuestras calles abiertas,
bajo la tormenta y el ruido
y yo te dije, te necesito.
que quería tu destino.

Como otra nube cruzó tu frente
un pálido mohín inquieto…

Dijiste soy tuyo, pero no tengo tiempo;
yo soy así, si no me quieres
eres libre de hacer tu camino…
y yo te dije que ibas errado,
que no quería de ti tu tiempo
y que tampoco podía irme
cuando esa miel de tu amor he probado.

Acepto todo, hasta lo que no puedes
y quisieras por mi amor darme.
Todo eso acepto, no creas que miento,
lo que me has dado sin yo pedirlo
y lo que esperas que podrás darme.

Con la brisa

Cuánto me falta tu tierno abrazo,
tu carne trémula aquí a mi lado…
sentir tu aliento, casi siempre pausado,
andar despacio mientras yo cabalgo.

Eres la roca donde acabó mi nado
y el aroma que con la brisa
llena mis tardes de algo,
de todo lo que, si un día
pierdo lo que me has dado,
conservaré para sentirme a salvo.

Muy caro

¿Dónde estabas mi amor
Y dónde he estado?
Ya sé que un día
Por todo eso
Tendré que pagar muy caro:
Por el cansancio de moverse tanto,
Por la desgana de mi pasado
Y por el despecho
Hacia este mundo horadado.
Pero da igual ya,
De otra manera
Ahora también me da igual
Porque el tiempo
O su medida,
Se ha trastocado en este momento
En que te he encontrado.
Como el náufrago a la isla,
Como el pájaro a la rama,
Como el torrente a su cauce,
Como la mariposa al néctar…
La metáfora casi no sirve
Porque según hablamos
Nos confiamos que los dos,
Casi sin querer, buscábamos.
Así que más bien sería
Como el hierro al imán,
Como la luz a la sombra,
Como el planeta a la estrella.

Cifras

¿Cuánto, cuánto, cuánto?
En medio de tantas cifras
Sólo pienso en conquistar tu nombre,
Soñando quizá que pueblo tus sueños
Y que, cuando no puedas estar a mi lado,
El viento se levantará para traerme,
Siquiera,
Una nota de tu perfume,
Ese almizcle sagrado que no
Me llena ni me sacia nunca.

¿Cuánto, cuánto, mi amor,
Cuánto vale tu recuerdo
Aunque sea destilado
En esa gota disuelta en la brisa
De la tarde calurosa
Que te dejó pegado a mí,
Que me dejó boquiabierto
En busca de tu sonrisa?
Si me costara la vida,
Te lo juro,
La compraría.

Razón

Dime dónde estás ahora, razón,
Cuando ya ni te huelo
Lejos, lejos volaste aquella tarde,
Asustada por la llama súbita
Por la tempestad levantada.
Huiste de mí, y no te busco.
Mejor estoy sin ti, porque tu cadena
Mordía mi carne, primero
Y luego el alma;
Por poco me fagocitas,
Caníbal ilustre.

Pero el fénix resurge, dicen,
De sus cenizas, como un dios-es-amor
Que otra vez me abrasa
Y me abraza.

Bendito sea el amor
Que surge como el agua
Al acabarse el diluvio,
Corriendo otra vez por mis cauces.

Mira

Mira la tarde despejada, mi amor,
Cómo me gustaría pasear a tu lado,
Surcar las olas de tu pensamiento
Escuchándote, con mis ojos pegados
Al brillo de los tuyos, con mis oídos
Atendiendo a la música de tus palabras.

Mi amor, nada ansío queno esté en ti,
Nada puedo ya querer que tú no tengas.

La sangre se me hiela ante el pavor
De perderte, hasta tus ausencias
Me parecen peor que estar en coma.

No habrá bastante cielo si he de perderte;
No me consolará heredar el mundo si no estás.
Ya nada me interesa, pues vivir sería un castigo
Insufrible, una cruel tortura, si te vas.

Déjame ser tu amor, tu amante, tu lo que sea,
Porque prefiero verte a todas las riquezas,
Soñarte conmigo a visitar las galaxias,
Tocarte antes que el éxtasis más perfecto.

Nunca he sentido ni jamás creo que vuelva
A vivir algo semejante
A los abrazos con que en ti me fundía
Y si tardo en tenerlos de nuevo, como entonces,
Ni la vida, ni el cielo, ni el recuerdo querría.

Energía

Háblame ni que sea brevemente
Para sentir la energía bullendo
Otra vez por estos canales sedientos.
Buscaré el modo para conquistarte,
Para alcanzar la vida de tus brazos;
No cejaré en el empeño de tenerte.

Estoy dispuesto a vaciarme, si tú quieres,
De mi yo, de mis memorias, de este todo:
Pídeme lo que quieras, porque es tuyo.

Una vez te dije que te amaba:
Fue el día que descubrí con nuevas luces
Lo que este verbo en sí significaba.

Errar

Mi esperanza azul es como esa barquilla
Que las olas del inmenso bambolean:
Sube, baja, parece hundirse en la tormenta,
Pero siempre vuelve a andar sobre su quilla.

Una vez pensé que había terminado
Mis andanzas por el ancho y vasto mundo,
Que mi ancla estaba echada en suelo duro,
Que mis velas ningún viento habría hinchado.

Pero erré, como hacen todos los que plantan
Sus raíces fuera del jardín holgado
Del amor, pensando que da igual el lado
Del que sople el viento para dar flor.

Arcoiris

A violeta huelen esos besos
Que me das, precioso mío, mi tesoro,
De tus labios todavía adolescentes
Sorbo el alma que me quieres dar con ellos.

Es azul mi esperanza, como el cielo,
Porque espero inmensidad de tus amores
Celeste brisa, horizonte añil, comprensión, ternura
Y tu sonrisa como el sol de abril.

Imposiblemente verdes son los prados
Que en mi corazón aspiran florecer
Al ritmo de tus poéticos abrazos
Y las caricias que solemos recorrer.

Oro de tus ojos se derrama,
Amarillo, como el néctar del romero;
Dame, amor, ese jugo de tu alma
Y yo te daré mi flor y mi nata.

Unidos somos la hermosa naranja
De dos mitades por fin encontradas;
Al partirse, llora jugo de amor dulce,
Con su gota ácida, casi como de lágrima.

Ya están rojos, si es lo que querías,
Mis ojos, quizá eso buscabas,
Como fuegos, como me decías,
Como corazones, si es que me amas.

Amantes

Me gustaría saber dibujar los pies de Steve
Y la línea del vientre de Aveliño
Y la caracola que está en la orejita de Javi
Y la erótica nube del labio de Brahim.

Si yo fuera pintor, pintaría esas cosas
Para robárselas al tiempo infame
Que las arrastra en sus redes
Para deleite de nadie.

Vagar

No sé si el sol se pondrá hoy pronto
O dejará que su sombra siga
Prolongándose hacia el horizonte,
Señalando hacia donde nace el día.

Puede ser que en eso consista
Mi destino extraño: vagar y vagar,
Moverse siempre, soñar, descansar,
Visitar recuerdos, por sueños navegar
Por senderos repetibles avanzar
Hacia donde no sé que vivo.

Naderías 11

Mis poemas son poemas
Que no valen nada.
Sólo son poemas, palabras
Que se lleva la Nada,
Que el viento no esparce,
Que el tiempo no acompaña.

Siento hambre de distancias
Y quiero ser poeta;
Me molestan las palabras
Que no me aprietan:
Dadme silencios locuaces,
Sin charlas impensadas;
Traedme el alcohol de los verbos,
El ácido de frases guardadas,
La droga de airados discursos
Que solas me vendrán las lágrimas.

El consuelo

El consuelo no existe,
Somos nosotros mismos,
El consuelo:
Trozos de cuelo envasados
En frágil cerámica,
Tierra cocida,
Barro del suelo,
Rompibles, como la esperanza;
Por un momento enteros
Al borde del cataclismo.

Polisemias 543

Semanas de cielo nublado,
Recorriendo mis valles,
Bajando las hondonadas
Afelpadas del alma,
Escalando las cumbres del quizá.

Quizá no sirva para nada
Mi esfuerzo pálido,
Desnudarme de tinieblas
Para quedar en nadie,
O en poco menos,
En acuarela de tu esperanza.

En blanco

Me suelo quedar en blanco
De día, sentado en mi terraza
Hasta que me lleno de negrura
Cuando las horas avanzan
Sin noticia alguna.

¿Dónde estás? ¿qué estoy haciendo?
¿Por qué habré dejado de hablarme?

Ya casi nunca me digo nada.

Escucho las nubes que pasan,
Escucho las olas lejanas,
Escucho el batir de las alas
De gaviotas extraviadas
Sobre el tejado sin tejas
De mi atalaya callada.

Del norte sopla tramontana fría
En rachas que el humor me manchan.

Del este el sol ya se ha ido,
Dejándome desastrada
La mar de la memoria.

El sur sigue existiendo,
Llamándome a la escapada.

Hacia el oeste no miro:
Dejo abierta esa ventana.

Abandonado

Este amor es como una flor,
Como una yema abierta
En una rama que espera
Que salga el sol.

Mi tulipán espera, temblando,
Que llegue la luz, energía.
Entonces se abrirá como quiere,
Como desea para tomar
Los rayos blancos, fulgor
Del día, del sol que ama.

Pero el rey se retrasa,
Tarde en llegar, oscura
La flor no estalla…
En su corola aún cerrada
Todo el perfume palpita
Esperando, esperando,
Esperando ese beso
Que le brinde la aurora.

Ay, mi sol, no me abandones
Así, que nada te hice,
Que no te pedía nada,
Sólo tu luz, sólo la cálida
Caricia de ver tu rostro
Y que me mires, y ser tu amada.

Te prometí

Te prometí que lucharía y lo haré:
No dejaré que te abandones al no sé:
Atacaré la víbora por los colmillos
Para que muerda donde yo quiero.

Te buscaré, aunque te escondas,
En las cavernas más intrincadas,
En laberínticos senderos fieros,
En esos recodos oscuros del miedo.

Yo te querré como te quiero:
No buscaré en mi amor nada;
Aceptaré de ti el todo entero
Esperando sólo que quieras amarme.

Ausencia

Qué triste es esta ausencia inesperada,
Saber que estás en alguna parte, cerca,
Quizá queriendo hacer esa llamada,
A lo mejor, soñando a mente despierta
En los momentos cuando abrazados
Recuperábamos jornadas muertas
Paladeando caricias, lado con lado,
Sudando amor por las heridas abiertas.

Ángel

Sólo un Ángel hace el amor así,
Pausado, seguro y apasionado,
Trotando con dedos afelpados
Por las entrañas de mis sensaciones,
Sin engaños,
Avanzando audaz y a la vez
Casi etéreo, volátil
Pero ardiente, alma de alcohol
Que desinfecta mis tristezas
Y aplaca al fin, que no acaba,
La pasión de mis heridas
Que ya parecen eternas.

Espera

Por días sin fin,
Como desiertos,
Se alarga mi espera,
Se adelgaza
Mi esperanza
Por darte mi amor
En ese instante que no llega.

Por Dios, cuánta pausa,
Cuánta pasión no estallada,
Cuánto calor se condensa
En mi corazón, que hasta el alma
Su seco llanto eleva
Para que esta tortura suspenda.

El Genio de la lámpara

Como el agua entre los dedos
Te has ido,
Regalándome el vacío,
Cómo no,
Mi viejo amigo, el vacío.

Me habría gustado discutirlo,
Hablar, gritar quizá,
Incluso enfadarnos…

Es más humano errar,
Dice el poeta,
Pero este no saber
Hacia dónde mirar,
No, esto no es ni será
Jamás humano.

Seguramente he dejado
De quererte como a un deseo.
Como te amaba, te ansiaba.

Pero me dolerá el recuerdo
Y la puerta abierta,
Y la ventana rota
Que cruza el viento
Casi de invierno.

Podrías, deberías…
No sé, quizá
Estaría bien saber
Qué ha pasado,
Pero quizá no es necesario
Que siempre haya despedida,
Que las lágrimas
Sean justificadas.

He aprendido a controlar el llanto,
¡horror de los horrores!
Como a dejar el vino descorchado
Para que tome el aire.

El corazón abierto mira
Caer el tapón absurdo
Hacia el vacío
Que me has creado.

Te diría adiós, hermano,
Amigo, adiós si supiera
Que vas a alguna parte,
Pero no se han dado
Las circunstancias
Para saber si realmente
Me has dejado
O bien, el miedo a ser tú mismo
Se te ha llevado.

Cuando el adiós no vale,
Como no tiene sentido,
No me despido:
Te seguiré esperando
Como si nunca te hubieras ido,
Como aquel día que contaba los segundos
En el reloj de plástico
Para no llegar tarde a tu lado.

Nunca te dejaré así, dijiste,
Por eso mismo, Aladino o Genio,
Seguiré frotando
La lámpara que no da luz,
El reflejo dorado
De los breves momentos
De nuestro diálogo,
De las peticiones cortas,
De los deseos pronunciados,
Del vapor, quizá de cuento,
Que imaginé me envolvía
Desde esa lámpara encontrada
Un amanecer encantado.

Nunca más buscaré despertar;
Espero seguir soñando,
Porque vi asentir al Genio
Y tenía los ojos cerrados.

No, no quiero regresar
Al mundo de las verdades;
He elegido confiar
En tus palabras geniales,
Cifrar mi existencia en tus planes,
Dormir hasta que anochezca
Por última ven en mi vida;
Esperar verte de nuevo
Aparecer por la esquina
Con una mano tendida
Y una sonrisa, algún día.

No sé qué amo

Amo el premio de mis desvelos,
El sentido oculto de tus besos,
No sé qué amo,
Porque te amo sin saberlo,
Sin querer hacerlo,
Sin responder a un sueño,
Sin esconder un miedo,
Con la cara descubierta,
Con la mano abierta,
Y en mi pecho la flor,
La flor invisible
Plantada quizá por tu soberbia.

A Chambao

Fumando voy
Fumando vengo
Y mientras fumo
Mi alma no vendo.

Estoy casi sin poder hablar
No es el tabaco lo que me hace mal
Son los recuerdos que se me han clavao
En el fondo de mi corazón
Y ya no escucho nada esta razón
Y solamente pienso en olvidar
Las espinas que me dan dolor.

Fumando voy
Fumando vengo
Bajo este cielo
De gris marengo.

Me quedo en casa y no sirve de ná,
Las horas pasan sin poder cantar
Mis viejos sueños se me han transformao
En pesadillas de tiempo sin voz
Y las mil veces que miro el reló
No sé seguro cuándo ha de sonar
La melodía que habla de mi amor.

Camiseta sudada

Me gustaría que vieras el olor
Que desprende mi camiseta
Sudada, ahumada, oscura…
De sus pliegues se exhala
Olor de mil cuerpos,
Esencia hostil de las almas
De los que han estado
Rondando por mis sentidos,
Degustando mi sexo,
Anhelando, quizá, mis puertas:
Entrar, sentarse, poseerme…
Así suspendido en mi bruma
Siempre silbando dolores,
Siempre ahogando llantos
Cerveza y lágrimas,
Hachís y tiempos muertos…
Qué más te diré.
No lo hago ya por ti,
Por ti nada, a ti olvidarte
Si puedo, si me dejaras.
Si me abandonaste de trato
Podrías también abandonarme
Del recuerdo ahora,
O en un rato,
Cuando haya masticado tu sabor,
La última vez
Y te haya escupido sin asco.

Encantado

Con las manos me abro el pecho,
Me vierto, entrañas afuera,
En un plato hondo y blanco.
Sangre me costaste,
Llanto he pagado,
Espinas, clavos, astillas
Todo eso he cosechado.
Vano amor, ¿qué eres?
Vampiro, fantasma o trasgo,
Ser inútil de la noche
Esclavo del mundo huraño.

Tu oscuridad me llena,
Tu presencia me vaciaba,
Tu recuerdo me encantó.

Ni la brujas de Macbeth rieron
Más a gusto que mi gato
Al verme merodear, enfermo,
Por las tristes estancias de mi tiempo.

Adiós, no quiero verte jamás.
Nunca querré recordar esos minutos.
Arrancaré la amarga raíz del miedo,
Único regalo valioso que me diste:
El miedo a ser abandonado.
Te lo tiro a la cara y te pido
Que te esfumes, que te fundas,
Que te vayas.

Possumne ridere?

Que ninguna luz más
Turbe la paz de mi casa.

Adiós saber y ciencia,
Pura iniquidad…

Prestadme oídos, prudencia
Y consejo: ¡iros ya!

No me hacen falta estos dones
No, me hacen falta,
A veces, cojones,
Para mandar a la mierda
A la mitad
Y a la otra
Mandarlos a tomar.

Estamos hartos de joder
Y mandar, de usar y abusar.

Adiós las albas, auroras y demás.
Sólo la muerte nos puede consolar.

Sólo la luz de esa oscuridad
Nos dará fuerza para terminar.

Ad Alfredo

¿Por qué no consigo dormir
Cuando estoy sin ti?
¿Por qué sueño sin dormir
Cuando no te tengo?
Son mis sueños sin descanso,
Mis descansos del sueño,
Tus besos, tus apretones
Que me llenan las horas
Bajo la sábana, acurrucado.

Cuánto te deseo… se me van las manos
Tras el corazón, que sigue al pensamiento…

Las horas no pasan, se para el ruido,
Sólo siento aquí, junto a mi oído
El ritmo inocente, el susurro de tu respiro.

Sólo, no duermo
Y cuando estás tú,
Mi sueño es estar despierto,
Oler tu alma en la oscuridad,
Escuchar tu cuerpo
Y pensar que esto no es sueño.

Huelo

Huelo traiciones, que no espero aclarar,
Enciendo hogueras en el corazón de la noche.
Abrirse y cerrarse de puertas, ventanas trastocadas,
El viento frío atraviesa mis murallas,
Penetra el cerebro el son de su marcha
Funeral, como lluvia oblicua sobre las cañas.

Esa humedad que sigue ascendiendo
Hasta la bandera, calmando mi inquietud,
Aguando en mis ojos el color del paisaje.

Me demuestro el error, me aplaco con engaño
Para no pudrirme, para mantener el calor
En el cuerpo, que se descompone aprisa:
En vez de gritar, canto;
En lugar de llanto
Una hermosa sonrisa.

Lloras en la puerta
Y resuena la escalera
Como carcajada
Fresca y sincera.

Me encantan las mentiras
Que suenan verdaderas,
Las lágrimas que alegran
Obstinados silencios.

¡Qué belleza salada
Corre escalones abajo!

Nunca me dicen nada
Esos cascabeles quebrados.

Belleza

Belleza son tus labios estallados
En medio de la gente zafia,
El deseo de tus ojos que baila en la sala,
La frescura de esa sonrisa perlada:
Inigualable consuelo al alba.

No quiero para poseer tus tesoros,
Los quiero para saciarme admirando
Como luciérnagas vivas en mi cuarto,
Igual que estrellas en la palma de la mano;
Me duele tu luz clavada en mis ojos.

Mi castillo

Soy rico en mi deseo, poseo un castillo
Que es un palacio de ensueño
Donde nos amamos sin preocupaciones,
Hermosos jardines de Arcadia,
Fuentes deleitosas en ellos
Junto a las cuales yacer,
Observando la vida, vistiéndonos de luz.

Por mis praderas paseamos, aspirando perfumes,
Nos besamos sentados en la ladera
Que mira al valle esmeralda, donde la brisa
Mece los tallos y hace correr las nubes blancas.
En los ensanches cristalinos del arroyo
Nos miramos primero, y luego sumergimos
Nuestros cuerpos tibios, dorados,

Los insectos buscan néctar en las flores,
Blancas golondrinas cazan por los aires
Mientras alcanzamos, fundidos, nuestros sueños.
Y en mi deseo, también, nunca me sacio
De retenerte entre mis brazos, de consolarte
De tus desventuras, de darte pedazos
De cielo, beso a beso, abrazo en abrazo.

Sombras 507

A paso agigantado avanza
Por nuestras tardes la sombra
De un invierno urbano,
Poblado de tertulias, de aroma humano,
De besos, de paseos, de bromas
Del trabajo que no cansa…
Te deseo, te espero, te pienso;
Nos encontramos y nos buscamos.

Sales de mi boca como la poesía,
En sílabas en ritmos deliciosos.

Entras tantas veces por mis ojos
Que de amor acaban siempre enrojecidos,
Esperando, deseando, contenerte.

Ahuyento de mis atardeceres los pesares,
Dejo que corra como un río mi alegría
Mientras te estrecho en el abrazo
Y si hablamos, todo acaba en armonía,
Y si nos besamos, el té olvidado se enfría
Y en el reloj aplauden las manecillas.

Consecutio

Si es cierto que las palabras
Logran conjurar deseos,
Que al expresar sentimientos
Las sombras se van disipando,
No dejaré de escribir
Esperando alcanzar claridades,
Rasgando la pared oscura
Para describir mis sueños.

No hay verdades sino en el presente:
El porvenir sigue incierto
Y el pasado pasó pesando.

Soy sólo parte del futuro
De mis ensueños de antaño
Y eso me dice que seguiré vivo
Quizá para ver dónde acabo.

Así digo basta, ya está,
Que la niebla se termine,
Que empiece una era de luz
Y la calma siga reinando.
Los nubarrones de polvo
Que se alcen, abatiremos
Sin miedo, sin disturbio
Y quizá hasta sin llanto.

Tus ojos

Me gustan tus ojos rasgados
En parte por el sueño y algo
Por el vino y otras especias…
Son como prolongaciones soñadoras
De la línea de tu sonrisa.

Carne y carne, cambia el sabor
A cada beso. Con cada trago
Te vuelves más dulce, más pausado,
Como si el vino amargo se metamorfoseara
Al cruzar bajo el puente de tus labios.

Y el alcohol me trae a la mente
Los aromas que tú exhalas
Mi compañero inconsciente.
Esas flores de tus ojos, tus orejas temblonas,
Tu melena disuelta en oleadas
Recorre mi lengua inquisidora.

Quiero ser

Quiero ser para ti lo que tú quieras,
Porque mi alegría empezó sólo con verte
Y no ansío más que conservarte
Como eres, libre, enérgico y radiante.

No podría dar mi corazón a una fiera
Ni a un niño, ni a un viajero…

Tendrás que ser un recipiente
Que de vez en cuando se adapte
A esta sustancia blanda, algo cambiante.

Sólo te pido que no seas tan frágil,
Que no te rompas, que tu firmeza me ate
Sin ahogarme y que tu calor me temple
Sin consumirme, para que dure amándote.

Enfado

Fragmentos de espejo quebrado
Tras un enfado, por los suelos
El fruto de la ira centellea,
Divide el sol de la verdad
En mil pedazos de ojos, narices,
Labios, dedos inciertos.
Paciencia y memoria
Para recomponer tanto entuerto
Y un poco de luz, eso bastaría,
Que el amor lo pega todo
Cuando se seca la humedad
De las lágrimas.

Mi día

No me dejes, mi pequeño Apolo,
Me basta el brillo de tus ojos
Surgiendo entre mis sábanas
Para recordar que el día
No acaba tras la puesta,
Ni con el sueño se borra
La emoción nacida al alba,
Renacida con cada mirada.

Casi nada

Para mí la mirada de ese chico
Importa más que los sueldos millonarios
De los directivos de mi banco;
Su sonrisa me da más luz
Que mil bombillas, y es gratis,
Como todo lo que más aprecio:
Parece que se olvidaron la etiqueta
De los euros que cuestan las cosas
Que en verdad me importan.
Casi nada, o algo más que todo,
Demasiado para mi paciencia,
Fuente eterna de intranquilidad
Son esos ojos, clavados en los míos.
Versátil, ambiguo, pronto a lo que sea
Me siento delante de ese ser,
Semidiós, sin duda, algo irreal,
Supongo, que me trastorna,
Consigue sacarme de mí,
Me vacía o transforma mi agua
De arroyo frío en vino de sangre
Caliente, y ya no me deja pensar,
Porque colapsa mis meninges
Como droga que transporta
A la dimensión ansiada del sueño.

Mis mañanas

Mis mañanas serán ya
Siempre diferentes,
Porque no habrá que levantarse
Y respirar la luz,
Tan solo,
Sino vestirse de tu luz,
Recargarse con esta energía
Que me ha devuelto a la vida,
De algún modo
En un misterio
Como en un viaje
Por fin sin retorno,
Soñado acaso una vez
Al cruzar por mi borrasca.

Pero mis mañanas tendrán
Los olores de esa brisa
De mi extraña primavera,
El amarillo del sol en los ojos,
El naranja que le dejará el alba.


Duerme

Duerme, duerme, chiquitino, duerme
Sobre las piedras relucientes de la orilla,
Al canto de las olas soñolientas
Que no se fueron con el mediodía
Y la luz naranja que corre entre los pinos.

Las gaviotas surcan de notas amargas
Las brisas de esta tarde, recién encontrada,
Brisas que se persiguen aún entre los collados
Que suenan más alegres cuanto más cerca del agua.

Entre ola y ola, escucho tus suspiros
Pausados, tranquilos, lejos de otros ruidos,
Cerca de mi alma flotan sobre el abismo
Que la mar disfraza con su azul misterio.

Duerme, chiquitino, ahora no despiertes:
Que viene una ola oscura de melancolía,
Pero en cuanto pase y limpie nuestro destino,
Despertarás suave, con el dulce sonido
De los besos que el agua te dará conmigo.

            Cala Pedrosa, 24-06-05.

Fuego blanco

Blanco bajo la luna inmensa
El paisaje de tu cuerpo me mantiene
Despierto y en fiebre.

El agua se seca en mis labios,
Mi corazón es fuego que derrite
Memorias y deseos,
Que me deja sólo una sed
De beber de tus entrañas.

Te beso, tan despacio como puedo,
Pero la luna se ríe:
Si ayer corrían lágrimas
Y ruido de argumentos,
Hoy se me secó el aliento,
Se me fueron las palabras
Y sólo me quedó este fuego.

            Tamariu, 24-06-05.

Nubes puertas

Tus ojos como nubes, estrías que custodian
Una luz más dorada, bajo los tirabuzones
De atrapasueños, los míos, los tuyos quizá,
Que ya no vuelan tan lejos. Permanecen
En el camino que une tus pupilas y éstas
Que ya no se cansan de admirar.

Tus ojos como puertas hacia un infinito
De alientos y de aventuras,
Entreabiertos para dejarme pasar, a veces,
Hacia el hermoso incógnito de tu mar,
Que es movimiento constante y belleza
Salvaje de sentimientos y de verdad.

Navegando

Me pasé la tarde navegando por tus olas,
extraño viaje del que no quería volver,
ni siquiera conocer el rumbo,
sólo necesitaba el agua y el espejo:
tu boca líquida, cala profunda
encontrada como por sorpresa
durante mi vagar por tus orillas,
y el brillo argentino, asentado allí,
en dos esferas que reflejan mi mundo.
Otra vez me encontré perdido,
Mis manos balanceándose sobre oleajes,
Mis labios buscando el refugio de tu puerto,
La brújula rota y el timón cortado,
Pero todo da igual ya, porque hemos llegado.

Grecia

Junto al mar, bajo los olivos,
Esta vez sí,
Del Peloponeso…
Tú recordabas y yo
Recordaba
Muchas tardes en otros sitios:
Caminatas, excursiones,
Gamberradas y banquetes…

Nunca más viviremos eso.
Lo que vemos es, amor,
Lo que hay, ahora, hoy.

Me senté junto a tu sombra
Sobre la grava sagrada,
En el murmullo que aquellas olas:
El Pasado nos hablaba,
El presente nos escuchaba
Y yo te vi como eres,
Pero no como entonces eras.

Al día siguiente,
Con el sol rojo en poniente,
Nos marchamos a otra parte,
Mar allá,
Hacia donde quizá
Nos encontráramos.

            Septiembre 2005

Existe

Existe la esperanza,
Yo la he visto,
Pero está muy lejos.
Sólo creo que se alcance
Lanzándose contra el oleaje
De la corriente, que es mar,
Del amor, esa energía.